Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

El eco de seis campanadas recae sobre la piedra, herida de tiempo y viejos odios.
Van desfilando turistas, como moscas distraídas que las palomas observan curiosas. Cuando desaparecen, el ritmo vuelve a ser lento.
Dos chicas de melena rizada parecen comprender el lugar, y quedan un tiempo apoyadas en la pared, en silencio.
Un africano, sentado en la fuente, afina su nueva guitarra, de la que pronto deja escapar melodías breves, frases sueltas.
Al de un rato, solos él y yo en la plaza, hace volar canciones de su tierra, sólo para él, y la piedra.