Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

Ocho campanadas
acarician la piedra
con el mimo
con que una madre
despierta a su niño
cada mañana.
Una voz
suave
como una sábana de verano
nos despereza,
sonreímos al nuevo día
y nos vamos,
camino
del campo de almendros.

Rupià, julio de 2014