Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

Anoche, al patio de l`Alliance Française, acogedor y coqueto, tuve la fortuna de asistir a una actuación de Casablanca Benedicta, grupo sabadellenc con casi veinte años de recorrido. Como quien va a una buena peli, o se acerca a un buen libro, llegué sin saber de ellos casi nada más que me iban a gustar.

Con un sonido perfecto, nítido (raro y de agradecer hoy en día), fueron dejando caer piezas, propias y ajenas, disfrazadas de muy diferentes estilos, todas ellas vestidas con una personalidad propia, de sonriente y elegante dulzura.

Melancolía, entusiasmo, cariño, energía, amor.. fuimos transportados por todas las emociones con la sabiduría de quien más que guiar, acompaña, y agradece la compañía.

Las conversaciones entre Francesc (“mi Paco”), diestro al acordeón, y Joan, zurdo a la guitarra, ahora digo, ahora dices, ahora decimos.. virtuosos y líricos ambos, llevaban de la cintura la cálida voz de Antonia, enredándose entre nosotros como la hiedra en los muros, apoyados en una sección rítmica (Enric y Raúl) que buscaba la expresión precisa para cada tema, para cada momento.

Celebramos cada canción, cada quiebro, cada guiño, contagiados del intenso amor por lo que hacen, por lo que crean, por lo que creen. Pero, por destacar alguna (parece obligado en una crónica, como para dar fe, quizá a ti mismo, de que de verdad estuviste allí, que lo viviste).. Ne me quitte pas (iniciada con desnuda crudeza y finalizada como contagiosa rumba).. Un año de amor (que arrancaron cabalgándola a ritmo de blues).. L`estaca (la coreamos como adolescentes, y luego comentábamos “aún está vigente”)..

En fin, una noche inolvidable por mágica, que me apetecía compartir.

Después tuve la ocasión de compartir unos batidos con unos amigos, pero esa es ya otra historia..