Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

La humedad de la noche me obliga a encogerme, como si no me sintiera ya lo bastante pequeño.
Empeñado en rematar cada situación brillante con una estupidez, me pregunto por qué me empeño en castigarme.

Estoy cansado de que me manden callar, de que me cuenten qué siento, de que me critiquen, de que se permitan el lujo de mirarme mal sólo porque no soy como ellos.
Estoy tan cansado que no me apetece ni huir.

Soy un diablo imbécil, un angelillo ridículo capaz de ponerse a hacer el bobo a las puertas del infierno.. soy tantos que se me hace difícil que no discutan entre ellos.
Vivo de visita guiada y me salgo de la fila, contento de perder o empatar, buscando no ser el primero en nada.
Reniego de mis virtudes, pero no sé evitarlas.

Llevo días entre lágrimas, y me asusto cuando me acerco al motivo.
Hay momentos en que habría preferido seguir siendo un hijoputa indigno, no aprender tanto.
Hoy debería estar contento de mí, pero me pesan demasiado los errores ajenos.
Quizá un día decida deshacerme de todos mis demonios, y que cada cual cargue con los suyos.