Nacieron
las revoluciones
como un estallido,
plenas de razón pura,
de supervivencia.
Como un sueño
que empezara al despertar,
pan para todos,
vida.
La idea
se propaga, se alistan
los peregrinos, los aventureros.
Es un río
que se desborda,
no le cabe el agua,
demasiada vejación,
demasiado dolor,
demasiada
injusticia.
Pero
el espíritu noble
y el pecho henchido
no dan para saltar
todos los muros,
no dan para romper
todas las alambradas.
Ni la razón, ni el motivo.
La ambición humana
es el enemigo,pero
no sabemos
dónde, ni cuándo,
la ambición humana
se vuelve aliado,
la desmedida ambición humana
lucha en ambos bandos.
Lo noble se corrompe,
el pecho se envilece,
el héroe se vuelve
tirano
(quizá lo fue desde el principio).
Qué se hará,
logrado lo perseguido?
Ah...
Disputarlo, defenderlo,
preservarlo.
Lo que a sangre
se gana, a sangre
se defiende.
Al final,
siempre se trata
de ellos y nosotros.
