Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

En el interior de un pequeño cercado de madera, como locos que son, disfrutan de su mundo instantáneo y lleno de posibilidades, a cual más disparatada.
Ruedas de colores que giran, el columpio más cómodo que existe, un balancín con una plataforma sobre la que se puede intentar mantener el equilibrio, un tobogán..
Pero la que más les gusta es la de dos embudos colocados a distancia, donde se pueden decir palabrotas y que las oiga el compañero sin que lleguen a oídos de los adultos.