Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

Sólo con ver el mimo con que limpia las gafas que cuelgan de su cuello, sonriéndola a los ojos mientras habla con dulzura, uno sabe que no es una empleada.
Sentadas en el solysombra, charlan y se sonríen la una a la otra, construyendo un reducto de amor alrededor de un banco y una silla.