Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

LUZ

La vida, el camino, los maestros, eligen extrañas maneras.

Pausado, con una sonrisa calma, voy asumiendo la lección de esta tarde. Renglón a renglón, frase a frase, cariño a cariño.
Me quedé sin bastón, pero es que no soy cojo.

Como si manejara el cielo, un grupo de golondrinas cruzan volando el aire frío, entreteniéndose en un agur* que me sabe eterno. Agacho la mirada.. Guardas algo para mí también, eh?
He llorado de agradecimiento.

A ratos me duele el ego. Kauenn..

Todo ese cielo inmenso, basta que dos nubes tropiecen y salte una chispa, todo es luz blanca, pura, LUZ, que aparece y desaparece al instante.
Aún estremecidos, un tremendo rugido recorre cada rincón ¿cómo ensimismarse ante tamaño espectáculo?

Recuerdo una frase: "..pequeño telón de fondo.."

Abro los ojos despacio, un hombre de unos cincuenta años, de raza gitana, con la cabeza afeitada, me mira serio mientras pasa. Aunque no le conozco, le saludo, y me corresponde.
Se acerca hasta el borde de donde la lluvia no alcanza y se queda mirando al cielo. Tiene más o menos mi altura, y el cuello y la espalda fuertes. Lleva una zamarra negra con un enorme dragón a la espalda, pantalones oscuros, y zapatos blancos de verano.

Entre el gentío que va y viene desesperado, una joven mira al interior a través de los cristales. De pie con las piernas cruzadas, con una fina blusa blanca de manga corta y un paraguas plegado en la mano, parece no querer resignarse a una despedida.
El pelo recogido le da una claridad especial a su rostro, sus hermosos ojos se humedecen por momentos. Ni siquiera parpadea.

El hombre se sienta a mi lado, un poco encogido, supongo que por el frío. Le noto que me observa, pero no puedo apartar la mirada de la chica. Ella gira la vista un momento hacia la dirección a seguir, pero pronto la vuelve a la cristalera. Un cándido amor inocente invade toda su figura, y la impide moverse.

-Vaya cómo se ha puesto hoy, eh?
El hombre a mi lado tiene una expresión seria y nerviosa, como todos aquí, pero un poco más allá.

Con un lenguaje rico, elegante y bailarín, lleno de expresiones propias de su pueblo, me cuenta que le dan miedo las tormentas. A su abuela, que vivía en una cueva, la mató un rayo. su padre les reunía de críos para contarles la historia entre lágrimas cada noche de tormenta. Él ha heredado la costumbre, y el miedo.

Nos presentamos, da la mano con nobleza, mirando a los ojos. Charlamos durante horas. Sonreímos, aguantamos la emoción, reímos, nos apenamos.. Me cuenta su vida, me hace contarle la mía. Me obliga a completarle algunas frases, y lo celebra con un "eh" largo mientras inclina su robusto cuerpo hacia adelante.
Compartimos tabaco, le saludan unos y otros, pide cambios a un taxista para invitarme a un chocolate..

Me regala joyas:
-Yo también soy del País del Norte.. la sangre más fuerte.
-Tú vales para esto de la vida.
-La muerte es como un perro fiero, si te tiene que morder te muerde, pero para qué lo vas a llamar.
-Yo sé que a veces hago cosas que le disgustan al Señor, pero él ya me conoce, y sabe que en el fondo soy buena persona.
-Yo a estos que van tanto con el culto les digo: "A ver, date la vuelta que te vea las alas.. ah, tú tampoco eres un ángel".

Nos despedimos, él va a acompañar a su mujer, yo a ver si me han respetado el sitio.

La chica ya no está, aunque no la he visto irse.

Camino sonriente,
-Puñetera como tu madre, eh?
y siento cómo una sonrisa llena de luz invade la noche, despidiéndose.

GRACIAS, PRINCESA

*agur es una expresión vasca que se utiliza como saludo, despedida, y/o homenaje