Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

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La luna casi llena comienza a coronar la habitación vacía. Bajo el alero quedan las ventanitas de bruja de la torre del agua. El conjunto, con las palmeras, forma una bella estampa, aunque con un aire triste y solitario.

Camina hacia mí, aunque quiere hacer ver que de modo casual. Hace un rato nos ha contado que ya sólo toma unas pastillas, cada cinco o seis horas, que le calman, porque se pone a pensar en mañana, y en pasado mañana, y se agobia. Pero le duelen cada vez más las articulaciones.
-¿No has preguntado a un médico?
-Hasta que no me caiga desmayado en la calle y me traigan..
Nunca creí que el acento de Huelva pudiera sonar triste.

-Qué, estás con tu poesía..
Trae dos pitillos, uno para él y otro para mí, pero ya tengo tabaco, así que lo guarda para su hijo. Lo tiene ingresado, mejor ahí, le cuidan, le dan de comer, y puede ducharse. Le fastidia haber pagado la habitación en la que viven, porque lleva todo el mes en el hospital. Y duda si pagar octubre.
-Pero claro, si le dan el alta..

Ya sólo espera el final. Como muchos por aquí, fue el rey del mambo; y un día, casi de pronto, estaba en la calle. Y como él dice, cuando no tienes dinero, tus chistes ya no hacen gracia.
-Eres feo, entiendes lo que te digo?
Molestas. Esa es la palabra.

Viene todos los días al hospital, mañana y tarde. Un gran esfuerzo para él, muchas veces ha de parar a medio camino para recuperar el aliento. Pero su vida es ya sólo eso. De la habitación al hospital, a llevarle a su hijo tabaco y algún porro si le dan, y procurar calmarle cuando le entran ganas de escapar; y del hospital a la habitación, a donde sólo va para dormir.

Tiene ya sesenta, la edad a la que siempre creyó que iba a morir. Lo dice resignado, sin darle importancia. Como si, de alguna manera, lo deseara.
Ha perdido toda esperanza, incluso con su hijo. Y cuando habla, sólo cuenta de cuando estuvo en el barco, hace ya cuarenta años. Como si nada desde entonces importara. Como si desde entonces no hubiera vivido, y sólo hubiera esperado a cumplir los sesenta para morir.