Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

la previa

Es la hora del marianito (aunque la mayoría toma cerveza) y ya se nota la impaciencia en la gente, como críos en la víspera de reyes.
Treinta y tres grados, pero a la sombra se está bien.Los guiris pasean despacito, mirando a uno y otro lado (sobretodo hacia arriba, algo que jamás hace un bilbaino), algunos intentando discernir por qué los nombres de las calles en las placas no coinciden con los del plano, editado en castellano.
A los de Bilbao, aparte de por el ruido que hacen, se les distingue porque caminan rápido, con un destino conocido. Parece que quieran comprobar que todo está en su sitio, para asegurar el itinerario de la noche. Tras trescientos cincuenta y seis días de espera, no procede comprotarse como un novato.