Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

Observábamos la tormenta, yo era aún un crío, un látigo de luz cruzó el cielo. Mi hermano mayor comenzó a contar
-Uno, dos, tres..
Cuando el trueno llegó, detuvo su cuenta y repitió el último número. Yo sentía por primera vez cómo un sonido podía mover el aire, él hizo un cálculo mental y dio como resultado una distancia.
-Si cuentas los segundos desde el rayo hasta el trueno, puedes calcular a cuántos kilómetros está la tormenta.
Recuerdo que pensé
-¿Segundos, kilómetros? Este hermano mío no se entera de nada.