Nunca me preocupé de recordar su nombre, cuando me refería a él decía el primero que me viniera a la cabeza y me entretenía un rato en aclarar de quién hablaba, hasta que alguien acertaba el personaje y me repetía por enésima vez el nombre correcto. Cuando me dirigía a él utilizaba una frase hecha tipo "qué tal, Pascual", y él me contestaba adjudicándome un apodo nuevo cada vez. En una ocasión, llegó a llamarme "Circunstancio".
-Ahí te has pasao..
-Cuando me pongo faltón..
Trabajaba de carnicero, y en su aspecto se veía que ejercía su oficio con vocación. Aunque como él decía, no es que fuera gordo, era bajito para su peso.
En una ocasión, viendo que fijaba su atención en la tele y no echaban fútbol, me acerqué a comprobar de qué se trataba. Era un reportaje sobre la incidencia de la anorexia en los adolescentes. Aún miraba yo la pantalla cuando comentó
-Eso me pasa a mí..
Intentando discernir si se refería a la grasa acumulada en la balda que sujetaba el televisor, oí cómo acababa su frase
-..me miro en el espejo y me veo gordo.
Le miré, su expresión era seria, resignada, como quien confiesa un problema sin solución que verdaderamente le agobia. Con todo el tacto que fui capaz, pues su cuello tenía el grosor de mi cintura, y su brazo derecho (y era zurdo) abultaba como mis dos muslos juntos, le dije
-Tío, tú estás gordo..
-¿De verdad?
-Yo juraría que sí..
Se volvió a sus amigos de toda la vida e interrumpió sus respectivas conversaciones a voz en grito.
-Hijos de puta! Que no estás gordo, que no estás gordo! Cabrones! Vaya amigos que tengo! Ha tenido que venir uno de fuera a decírmelo! Y yo pensando que era anoréxico!
Luego me dio un abrazo y las gracias y me explicó
-Claro, a estos cabrones les daba miedo que les calzara una hostia, pero como tú estás loco.. a ti te da igual.
En fin, uno no sabe nunca cuándo va a hacer un amigo.
a Ginés, o comoquiera que se llamara
