Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

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Parece
que vaya a contenerse, pero
una rufianesca sonrisa
advierte.
Abre los ojos
exageradamente, como el alma,
da un paso al frente,
hasta el mismo borde
del escenario,
y regaña con la mirada al público,
por cómplice.

Quiere hablar
del mundo en el que vive,
y se alarga, se distrae, se entretiene..
deslenguadas onomatopeyas
irrumpen en su exagerado
discurso a botepronto,
gesticula, aspavienta, se parte el culo.

Tacos, insultos, se enerva
ruidoso, simula escandalizarse
por lo que piensa
y aún no ha dicho, se explica,
finge justificarse
hasta encogerse de hombros.

Va de un lado a otro
sin perder el sitio,
oscuro bufón irreverente
plagado de tics
tranquilos, calculados,
y poco a poco
diseña su universo,
al que nos invita
para que entendamos mejor
el nuestro.

Salta
del rictus serio a la carcajada,
del escándalo al susurro,
de la jota andaluza
al seni gallego.
Baila
sin música,
toca una guitarra en el aire,
recibe llamadas de Dios
o algún otro ingenuo,
retrata esperpentos.
Y opina, maldice, señala,
libre y comprometido,
africano de quién sabe dónde,
y se quita importancia
para dársela a su empeño.
Y da
las humildes gracias
a una ovación en pie..

.. alza los brazos
y la mirada,
sonríe
como sólo él sabe hacerlo..

..y disfruta de su orgasmo,
haced que me corra, cabrones.
 a Pepe Rubianes