Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

La piedra.
No la estatua,
la piedra.
La estatua sólo es
la huella que el hombre pretendió.
Como las marcas de bala
en el paredón,
o el paso que quiebra
la hierba virgen.

La noche.
No la sombra, ni la penumbra,
la noche
en un bosque del norte,
oscuridad absoluta
sin luna ni estrellas.

El dolor.
Ese llanto en el alma
que duele físicamente
y te impide ser otra cosa
que no sea
dolor.
El estruendo
tremendo y rotundo
de romperse.

Y después,
renacer,
recrecer,
reconstruirse
hasta llenarse.

Y volverse a romper.

Todo por encontrar
la piedra