Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

Nací
bajo el signo de tierra,
con ascendente luna
y matices de viento y lluvia.
Si mi destino estaba escrito,
había de ser un garabato.
Las estrellas sonreían
el amanecer,
y en la playa resonaban
los últimos acordes
de una verbena.
Había dos locos
que celebraban su desgracia,
y un bufón bendijo que supiera volar
pese a no tener alas.
Un anciano tatuado
sonreía
como si supiera algo
que los demás ignoraban,
mientras cubría de colores
las rocas de los acantilados,
y las gaviotas imitaban
cantos de otros pájaros.
No hubo desfiles,
hubo danzas,
y mil pequeñas almas celebraron que,
en algún momento de su vida,
me conocerían.