Mi pequeño manzano
de tronco enfermo y agredido,
te libro de la hiedra,
te doy un mimo
en tu llagada corteza.
Han sido años
sufriendo estrangulado
y no has cejado en tu empeño
de dar fruto,
te envío una sonrisa
agradecido y admirado.
Cuánto sollozo,
cuánto quejarse,
cuánto olvidar nuestra fortuna,
y tú ahí,
pequeño e inclinado,
hallando la manera de celebrar
el don de la vida.