Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

Era una ciudad
sin cornisas,
de casas bajas y cielo amplio.

Era una ciudad
húmeda y tibia,
de terrazas nocturnas y cortos paseos.

Era una ciudad
de cebolla y zapato,
de fábricas cerradas,
campanarios y fuentes,
plazas tristes y mercado alegre.

Era una ciudad
comedida,
de pequeños milagros y grandes causas,
donde hasta los locos eran prudentes.

Era una ciudad, en fin,
de brazos abiertos y sutil sonrisa,
que al llegar me recibió
como si regresara.