Le regalé un juguete
que creí le haría ilusión.
No le gustó,
pero fingió que sí
con verdadero talento.
Estuvimos toda la tarde
jugando a aquel estúpido juego.
Hubo quien
nos tomó por simples,
disfrutar de algo tan tonto.
Hubo quien
nos tomó por falsos,
aquel no podía ser
nuestro juego favorito.
Se equivocaban.
Toda una tarde disfrutando
el uno del otro.
Yo de su sonrisa,
él de mis chistes sin gracia.