Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

El cielo de la mañana
me muestra cuadros:
formas, colores, texturas,
volúmenes que escaparían
de cualquier lienzo.
El aire del alba
me trae melodías
y ritmos
que no cabrían
en partitura alguna.
Las primeras brisas
me acercan aromas
más profundos y sutiles
que los de ningún perfume,
sabores
rotundos y leves
de infinitos matices.
El frescor del amanecer
acaricia mi piel,
toda, si yo le dejo.

Y todo ello tan sencillo
como cada vez que llega
un nuevo día.