Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

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Tienen un hablar nervioso y rápido, casi chillón, en el que por momentos asoman todos los acentos posibles.
-No veas cómo lo he pasao, nena..
Incluso en el lamento, su mirada delata una alegría de vivir de la que apenas son conscientes, un espíritu de lucha que a menudo sienten que las ha abandonado.
-Qué angustia, niña, unos ataques de ansiedá..
-Y no tomas nada?
-Ya me han recetao, pero no quiero, sabes?
-Yo siempre llevo en el bolso, si eso me pides..
Es la pausa del cigarrillo, cinco minutos que parecen cuatro y medio, en el que se mezclan el último disgusto de la niña, los imposibles horarios, la presión de unos padres que aún las tratan como a adolescentes.. y, como una niebla que todo lo empapa, el profundo amor que sienten por los suyos.