Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

Portal del Ángel

Portal del Ángel.. como avisando. Porque un ángel puede envolverse en un ceñido vestido negro, o tomar la apariencia de un hombre pausado de melena y perilla.. o, por qué no, disfrazarse de caballero (sí, caballero) de dulce acento y sensibilidad incontenida, capaz de taconear un poema.
Hizo los honores Carmen, empeñada en decir que no sabía hacer lo que todos habíamos escuchado muy bien hecho. Nos contó que una poesía dice lo que toda una novela, pero en una sola página. Pensé (o sentí, que nunca los distingo muy bien): “que va, hay cosas que una novela no sabría contar”. ¿Cómo narrar en una novela lo que Mayte nos compartió con el poema “Te invito”?
Miguel Ángel, todo un señor de prosa lírica, nos acercó a la Mayte mujer y al Fran hombre, más acá de lo que habíamos sentido al verlos, pero (imposible, amigo) no tanto como cuando ellos mismos recitaron sus poemas, o dejaron escapar algunas reflexiones al introducirlos.
Mayte Albores, sensibilidad y sensualidad enredadas, es un torrente arrebatado que de pronto se detiene para recrearse en un remolino, y volver a fluir empapando todo lo que toca. Energía, emoción.. impagable su “No respires sin mi presencia”, o “Puta”, que provocó que los presentes nos arrancáramos en una ovación llena de rabia (incluso se escuchó algún “sí señor!”, como si quien lo pronunciaba deseara repetir cada palabra que acababa de escuchar).
Fran Picón, como el título de su tercer libro “Alambique de vestigios” indica, filtra una y otra vez sus sensaciones, sus búsquedas (y sus consiguientes hallazgos y pérdidas), en una poesía reflexiva y pausada, inteligente, en la que a menudo juega con el sonido de las palabras, para ser leída como fue creada, despacio en la intimidad, saboreando lo que destila, para volverlo a destilar. Tras un precioso poema sobre ese cuaderno que todos los poetas tenemos, cerró con “Mujer de mis sueños” (tiene que haber una ella, dijo), que tardamos en aplaudir porque aún estábamos paladeándolo.
Como Mayte explicó: No es sólo la poesía, es lo que te hace llegar a ella, y el sabor que te queda.
Reconocí a María José, que me invitó a quedarme a cenar con todos ellos.. pocas veces me ha costado tanto decir no. Ellos continuaron su encuentro, yo hube de irme; a veces las maravillas se concentran en un sólo día, y uno no puede disfrutar de ellas como quisiera.