Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

Ya ayer resultó un lugar curioso. Esperar en la cola de un banco y que suene “Let´s dance” de Bowie (“ponte tus mejores zapatos y baila”) en el hilo no es habitual. Conociéndome, decidí no prestar atención a esa parte de “todo mi amor por ti rompería mi corazón en dos, si tú llegaras hasta mis brazos temblando como una flor”, por si me arrancaba (no sería la primera vez que lo hago sin darme cuenta), y me entretuve con los letreros.
Entre las operaciones a realizar en el cajero automático, figuraba “ingresos inferiores a 600 euros”, así que fui preparando mentalmente mi argumentación: “es que me han dicho que tiene que ser en este banco, pero yo no tengo tarjeta, no puedo hacerlo en el cajero..”
La mesa a la izquierda quedó libre, e hice ademán de acercarme, pero me detuvo su ocupante elevando el bolígrafo y moviéndolo como un limpiaparabrisas, con expresión de gorila de discoteca. Le sorprendí pidiendo perdón con una sonrisa, se lo noté en la cara.
Como un perro pastor jubilado que oye un silbido con sabor a orden, un rinconcito de mi desordenado cerebro respondió al riff inicial de “Jump!”, de unos tales Van Halen, enviando caóticos impulsos eléctricos que me hicieron seguir el ritmo con las cejas, los labios.. hasta que me di cuenta de que movía la cabeza arriba y abajo, como si me reafirmara en una solemne decisión (aunque creo recordar que no se me escapó ningún sonido).
Por aquí las colas (perdón, filas) son siempre cortas, así que accedí a la mesa pronto, aún acababa la canción.
-Quería hacer un ingreso, en esta cuenta..
-¿Este importe, en esta cuenta?
-Sí..
El hombre (no pienso gastar más esfuerzo que éste en la descripción) procedió a hacer las gestiones pertinentes, y oh, sorpresa!! “Beat it”, del Jacko! Recuerdo haber reprimido (en el sentido de dejar de hacer lo que uno ya está haciendo) el traqueteo sobre la mesa, los golpecitos de pie en el suelo, algún apenas audible sonido gutural.. pero se me escapó un chasquido de dedos, que hizo que él levantara la vista y me sorprendiera con los labios hacia adelante.
-Perdón..
Me devolvió el impreso sin decir nada (ni siquiera que había acabado y me podía ir), ni apreciar mi arrepentida expresión. Recordé el letrero y pensé “ah, claro, el cajero automático es éste”.
El caso es que me equivoqué en la cantidad, y a la tarde me llamaron de la compañía telefónica, que eran diez céntimos más, y que se los ingresara en la misma cuenta y les mandara por fax el justificante de ingreso (pobres, no se vayan a ir a la ruina por mi culpa), “para agilizar los trámites”. Y ahora estoy a la puerta de la sucursal, ensayando caras de gilipollas, e intentando construir una frase para ingresar diez céntimos de euro que no despierte a este hombre de su letargo (y concentrándome para que no se me escape la risa)..