Vienen con su andar mareado y decidido, parece que sonrían al saludar, como dos jubilados con ganas de conversación, dispuestos a compartir el desayuno. El mío, claro. Él se cansa primero, y se vuelve al agua. Ella se dispone a seguirle pero, en el último momento, cambia de opinión y se acerca de nuevo.
-De verdad que no tienes?
-Si es que no tenía pensado venir, si no ya sabes que algo siempre traigo.
ella