Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

El temprano sol va cargando de energía la mañana, mientras le permito que mime mi piel. Los cisnes me siguen junto a la orilla, piden, incluso comen de la mano. Los patos prefieren sortearlo, que decida yo dónde cae. Un macho da vueltas alrededor de su hembra, espantando a todo el que se acerca. Él no come, pero todo lo que cae ahí es para ella.

Bajo el agua, un grupo de carpas permanece inmóvil, sólo algunas dan un coletazo de vez en cuando, provocando olas en la superficie, como si cayeran pequeñas gotas de lluvia.

El reflejo de la luz en el agua traza inquietos dibujos en los árboles de la orilla..

El hombre que cuida de esto, serio y de conversación cordial, está preocupado de ver a los peces tan quietos y juntos. Puede ser el ruido de los altavoces, pero también el agua, demasiado producto químico, así que luego abrirá los grifos para oxigenar.

Me explica que las huevas no llegan a prosperar por los productos químicos que echan al agua, y que quiere construir una reserva con agua natural en la isla, pero no hay manera.
Me señala los patos que son traídos a escondidas por particulares, y me cuenta anécdotas de cuando atraparon tortugas californianas, o de cuando invitaron a unos chavales a traerse las cañas para pescar los black jack que alguien había soltado, y que se comían a las carpas.

Tras fumarse un cigarrillo y preguntarme por los pequeños
-Están abajo
-No los he visto
-Porque se los ha llevado la madre al jardín
-Ah, sí, a veces se meten en la plantación
decide ir a abrir los grifos, y después a desayunar.