Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

Descanso entre las sombras alargadas de los pequeños árboles, el sol bajo puede convertir un tronco rechoncho en una silueta fina. He leído cada página del periódico. En realidad, todo me daba igual. Pasa un microbús de la época del blanco y negro, pintado de gris. Algunos no se dignan a mirarme, otros miran la mochila como si fuera un perro peligroso. También hay quien da los buenos días, pero más los canes que las personas. La primera ha sido una perrita, muy señoritinga ella, se me ha quedado mirando con las orejas tiesas hasta que he abierto la fuente. No ha bebido, pero se ha dado por satisfecha. Los periquitos insultan a las palomas que pican migas del suelo. Me gusta asearme, es como si amaneciera. Los rostros en urgencias eran crispados,.las víctimas no eran los heridos, sino quienes les acompañaban. El sol calienta con suavidad mi espalda, meciéndome en su mimo. Sigo pensando que ese columpio parece un cadalso. La carretera hace un runrún que no llega a molestar. Cómo hacerte ver que una sonrisa tuya basta para que la noche sea cojonuda.