Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

-Amigo..
Sentado unos metros atrás, su voz suena con el acento dulce que el francés da al castellano, y con el tono grave que sólo un mandinga puede lograr.
-Dos personas pueden venir aquí.. dos años.. y no hablar nunca.. pero si tienen perro..
-Ya son amigos.
-Eso dice.. perro aquí muy importante.
-Más que las personas.
Me mira extrañado mientras le sonrío
-Cuando ha venido antes el perro a ladrarnos, si tú o yo nos enfadamos, los malos somos tú o yo, no el perro.
-No es normal..
-Ya, pero es así.
Vuelvo la vista al comportamiento del perro en cuestión, un pincher que se abalanza ladrando sobre todo lo que pasa a menos de quince metros de su dueña, mientras mi nuevo amigo remata su incredulidad.
-El ser humano es muy importante.