Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

Baja las escaleras a zancadas exageradas, acompañándose de un gracioso bailoteo. Trae algo desplegable en una bolsa redonda con la que tropieza al menos dos veces al sentarse en el banco de al lado.
-Bueno..
Uno noventa, manos enormes de blanquísimas uñas, sonríe mientras echa una ojeada al paisaje.
-Bonita vista..
me sonríe como si estuviera esperándole y hubiera llegado justo a tiempo
-..es bonita esta playa.
Asiento sonriendo, qué negro es el cabrón, le tengo que mirar un rato para distinguirle los rasgos, y aún así me cuesta.

Más tarde llega un amigo, tocado con un sombrero rojo que me gusta y unas rastas que da igual si me gustan, porque no me crecerían. Hablan entre ellos en su lengua, uno tiene la voz aguda y un poco rasgada, el otro profunda y grave. Su idioma es rítmico, si se interrumpieran lograrían un magnífico contrapunto a dos voces, uno con sus graves serios, el otro con sus alegres agudos.

El del sombrero recibe una llamada, que atiende en su idioma, aunque mezcla expresiones en inglés. Su tono es cada vez más serio, y repite a menudo la palabra "uai" seguida a veces de "okey". Cuando cuelga, explioca a su compañero los motivos de su enfado, y éste pone cara de ir encajando golpes uno tras otro.

-On egin!
Una furgonetilla ha parado detrás de mí y, para cuando miro, el conductor está despegando con una espátula un anuncio de la farola.
-Eskerrik asko!
contesto mientras despega un cartel de la siguiente farola. Cuando regresa se le vuela un papel y se vuelve a recogerlo. Desde la furgoneta se oye
-Venga, tú, que son menos cuarto, y si es por ti no acabamos hasta en punto!
Tras echar los papeles a una papelera monta, no sin antes despedirse de mí, y contesta
-Haberte bajado a quitar aquella, que si es por ti no acabamos hasta y cuarto..

El grandullón habla por teléfono.
-Sí.. te llamé hace dos meses.. por el trabajo, la acequia, me dijiste a finales de julio.. sí, el senegalés.. sí, te llamo luego entonces.. el lunes.. okey, el lunes.

Luego le cuenta a su compañero, como quien cuenta un chiste, que el otro no conoce al supuesto contacto, y que no contrata senegaleses. a cada frase suya, su amigo responde con un grito en su idioma, a veces toda una frase. Y, como quien avisa que va a gastar una broma, el grandullón comenta que va a llamar a quien le dio ése número. pero el terminal está apagado.

Cuando marchan, el grandullón me sonríe
-Bueno, que tengas mucha inspiración.
Plentzia