Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

En menos de lo que tarda un crío en darse cuenta que le gustas a su madre, el cielo su vuelve oscuro como la conciencia de un político.
Llueven gotas como baldes, golpeando el suelo con insidia, de pronto, todo se nos presenta más triste y perecedero.
Los niños y las palomas se recogen bajo los arcos, las madres se azoran, el asfalto enferma huraño y chistea al rodar de los neumáticos..
La ciudad parece resfriada, todo queda como previo a un estornudo.
Por un instante, las miradas se cruzan en busca de cobijo, o comprensión, que viene a ser lo mismo.