Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

Esta mañana el despertador debía estar afónico, porque no le he oído llamarme. Quizá que ayer fue un día intenso (y ahí lo dejo, no voy a dar detalles), o que he pasado una mala noche (soñaba que no conseguían extraerme una aguja clavada en el nervio ciático, como si tuviera punta de lanza, cuando he despertado y echado un ojo al reloj, las tres y pico; cuando he vuelto a dormir, lógicamente, no he mirado la hora).
El ordenador estaba autista, no le apetecía comunicarse con el mundo exterior (algún día comentaré las ventajas y desventajas de un ordenador con criterio) y he salido a la calle sin los saluditos que tanto me apetecen a primera hora. Un cajero que no recordaba mi pin, un par de semáforos que no se ponían verdes.. he ido al centro cívico, donde las impresiones son gratuitas, a sacar unos currículums, y la impresora no ha accedido a hacerme el favor..
-Coño, Iñaki..
Así que me he venido a la sombra de una minipérgola, he cogido mi fastuosa máquina de escribir (un boli "de los de botón") y me he dicho
-Vamos a hacer un poco de magia, que eso siempre anima..