Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

La temperatura era ideal, siete grados, así que he salido a dar un paseo. Las luces de navidad apagadas, las farolas encendidas, los primeros ritmos: un barrendero, los frenos de un autobús, dos africanos apresurados por ser los primeros de la fila.. He pasado por donde duermen algunos amigos, pero de lejos, no quería molestar.

Hoy es añonuevo, y antesdeayer mi cumpleaños, y al que no le guste que se compre un calendario.

Ha amanecido lento y gris, como en mi pueblo.. ¿por qué me vine aquí? La facilidad con que devuelven una sonrisa.

Ayer fue el último día del año más bestia de mi vida.

La sensación de no dar la talla, darlo todo y aún así..

He aprendido a bailar como un boxeador tocado que aún guarda un último golpe.

Año nuevo vida nueva, para el que no le guste la que tiene.

Ocho campanadas y el pulso de la calle se ajetrea, voy en busca de uno de mis rincones tranquilos.


Este año he aprendido que uno nunca es lo bastante duro, que un mocoso puede ser un gran maestro, que un abrazo no puede resumirse en mil páginas, que hay lágrimas que duelen más que los puñales, que no hay que ser un diablo para combatir demonios, aunque tampoco venga mal..

He olvidado algún rencor, y cien mil pequeñas cosas que volverán cuando menos me lo espere..

Un escobicarro viene haciendo eses por la acera con sus molestísimas luces, el conductor disfruta espantando a las palomas.

Nueve campanadas, todos somos sombras y luces, es sólo que algunos sonreímos aunque duela, como lloramos por la alegría de compartir una pena.