Itineraria de reflejos, lírica y melancólica, dejo parte de mí en cada paisaje que visito, pero no hallo donde quedarme.. empapado, continúo mi camino, a donde quiera que dé.

Las mañanas de sol salen en grupo. Algunos en silla, otros con su andar torcido, acompañados por una chica  de blanco que es todo dulzura y simpatía. Suele llevar a uno de la mano, que camina como el niño que aún aprende.
Todos fuman compulsivamente, como si fuera esa la libertad que momentáneamente se les permite. Con sus tics, sus ausencias, sus exhibiciones nerviosas, ocupan siempre la misma esquina. Y cuando se retiran, agachan la cabeza e inician su camino como si de un rebaño se tratara.